La liberación feminista en los años de la crisis
El periodo que transcurre entre los años 1960 y 1969 es uno de los
más complejos en la historia estadounidense. Durante esos años, los
Estados Unidos se embarcaron en una serie de procesos sociales,
políticos y culturales que transformaron a la sociedad norteamericana.
Los afro-americanos exigieron la igualdad social y política, los jóvenes
se rebelaron contra las normas sociales, emergió una contracultura
crítica del conformismo y de la sociedad de consumo, los homosexuales se
organizaron en defensa de sus derechos, y los latinos y amerindios
cuestionaron la marginación de que eran objeto.
Las mujeres se unieron a la ola de insatisfacción social que
caracterizó a la década de 1960, reviviendo así el movimiento
feminista. Varios factores abonaron a ese renacer. Primero, en 1963,
John Fitzgerald Kennedy nombró una comisión presidencial para que
estudiase la situación de las mujeres en los Estados Unidos. En su
informe, la Presidential Commission on the Status of Women (PCSW), documentó
que las mujeres enfrentaban las mismas injusticias que las minorías
raciales. Las estadounidenses recibían una paga inferior que la de los
hombre por tareas y trabajos similares, y tenían menos oportunidad de
acceder a carrera profesional o gerencial. Según la comisión, sólo el 7%
de los médicos eran mujeres y menos del 4% eran abogados. Los miembros
de la Comisión sugirieron, con éxito, que la Ley de Derechos Civiles de 1964 prohibiera
la discriminación por género. A pesar de ello, la Comisión de Igualdad
en la Oportunidad en el Empleo se mostró reacia a hacer respetar la
prohibición de la discriminación por sexo, lo que provocó que un grupo
de mujeres fundaran, en 1966, la National Organization for Woman
(NOW). Esta agrupación buscaba cambiar la situación de las féminas a
través de la presión en grupo, las demandas legales y la movilización de
la opinión pública a favor de su causa.
En 1963, Betty Friedan –una de las fundadoras de NOW– publicó un libro titulado The Feminine Mystique que
ayudó a dar a conocer a la organización. En su obra, Friedan cuestionó
la domesticidad suburbana al criticar la idea generalizada de que la
mayor realización a las que podían aspirar las mujeres era ser madres y
esposas. La autora quería que las mujeres desarrollaran carreras
profesionales que les permitieran encontrar su identidad como seres
humanos. The Feminine Mystique ejerció una gran influencia
entre las mujeres estadounidenses, pues hizo ver a muchas de ellas que
no estaban solas, que su inconformidad era compartida por miles de
congéneres y les dotó de un vocabulario para expresar su desazón.
La guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles también
influyeron el desarrollo del movimiento feminista estadounidense. Miles
de mujeres jóvenes estadounidenses se involucraron en los movimientos en
contra de la guerra y de la discriminación racial. Ello les ayudó a
ganar confianza y a desarrollar una ideología en contra de la opresión
de que eran víctimas. En otras palabras, desarrollaron conciencia de su
condición de ciudadanos de segunda clase y de la explotación sexual de
que eran objeto por una sociedad controlada por los hombres. Además,
entraron en contacto con estrategias y tácticas de protesta, que luego
aplicaron en su lucha por la igualdad de los géneros.
Para 1968, las feministas militantes adoptaron una estrategia de
concientización para cambiar la imagen que las mujeres tenían de sí
mismas y de su sociedad. Para ello recurrieron a la celebración de
pequeñas asambleas donde las mujeres compartían sus experiencias y
exponían sus quejas, y entendían que su insatisfacción era compartida
por otras mujeres. En otras palabras, las norteamericanas comenzaron a
comprender que lo que ellas consideraban problemas personales eran
realmente problemas de su género, que requerían soluciones sociales y
políticas. Esta toma de conciencia llevó a muchas féminas desarrollar un
sentido de hermandad y un compromiso de lucha en contra del sexismo.
Es así como se desarrollan grupos de liberación femenina a todo lo largo
y ancho de los Estados Unidos. Éstos adoptaron tácticas de
confrontación que llamaran la atención pública, como irrumpir en el
certamen de Miss America en 1968 para denunciar lo que estos grupos
consideraban la degradación que sufrían las mujeres en los concursos de
belleza. Los grupos de liberación femenina también crearon zafacones
donde las mujeres podían arrojar los zapatos de tacón alto, fajas y
otros “símbolos de la explotación femenina”. De igual forma, exigieron
igualdad en la educación y en lugar de trabajo, crearon programas de
salud y refugios para mujeres maltratadas y combatieron la imagen que
los medios de comunicación reproducían de las mujeres.
El 26 de agosto de 1970 se llevó a cabo la mayor manifestación
feminista de la historia en conmemoración de los cincuenta años de la
aprobación del voto femenino. Ese día, miles de mujeres marcharon por
las calles de diversas ciudades de los Estados en defensa de la igualdad
en el empleo y el derecho al aborto.
Para principios de la década de 1970, las feministas habían
conseguido que los bancos otorgaran crédito a mujeres solteras y a
nombre de mujeres casadas, y que muchas universidades aumentasen en el
sueldo de cientos de profesoras universitarias. La presión femenina
llevó al gobierno a vigilar la discriminación laboral en corporaciones
que recibían fondos federales.
Las feministas también abordaron el tema de la sexualidad femenina.
Para ellas, las mujeres debían tener control sobre su capacidad
reproductiva y de ahí que recibieran con los brazos abiertos la llegada
de la píldora anticonceptiva en 1960, pues ésta les permitía una mayor
libertad sexual sin tener que enfrentar el riesgo de un embarazo. Muchas
mujeres también presionaron favor de la legalización del aborto como un
medio para evitar los riesgos asociados a la práctica ilegal de éste.